Aprovecharon la falta de conducción, de auditoria, y el poder que tenían como mayoría para hacer de las suyas, contratar mal, pagar mal, dejar deudas. Jugaron con el nombre del equipo buscando tapar con algunos contratos de publicidad, el desangre económico y moral que generaban internamente, con el beneplácito de la dirección de impuestos mayor accionista del equipo pero sin ningún sentido de pertenecía.
Afortunadamente pudo más la voluntad de la hinchada, que pese a todos estos momentos vividos mantuvo con respiración artificial al equipo y con su respaldo y apoyo, dieron seguridad a nuevos directivos para tratar de salir de esa muerte en vida por la que divagaba el más grande club de Colombia y poco a poco, el moribundo ha comenzado a resurgir.
A la mitad del torneo el equipo está cuarto con 17 puntos, con una racha de triunfos importante y demostrando en cada jornada más acoplamiento, juego en conjunto y una idea claro de lo que quiere hacer en la cancha.
Faltan juegos importantes antes de clasificar, pero el equipo muestra unidad, compañerismo, sacrificio, solidaridad entre los jugadores y la hinchada después de más de tres años ha vuelto a ilusionarse con el equipo.
Seguramente no es todavía el cuadro imponente que salga a todas las canchas por el resultado, lleno de seguridad y categoría, pero la unidad de grupo, jugadores, directivas e hinchada pesa mucho y permitirá a Millonarios poco a poco recuperar esa jerarquía propia de un equipo grande.
En el irregular fútbol colombiano, no se necesita mucho, pero el equipo está para disputar mano a mano, lo que falta del torneo y seguramente las finales. Lo importante es salir de esa crisis de empoderamiento que dejaron los directivos anteriores y que llevo a tantas amarguras a la hinchada. El cambio cada seis meses de jugadores y técnicos nunca le hizo bien y la necesidad de resultados los llevo a ello.
Ahora con directivos razonables con apuesta a mediano plazo y con la demostración que manifestó la hinchada con el interés por la compra de las acciones, permiten creer que el club embajador salió de cuidados intensivos y comienza una nueva etapa que seguramente en poco a tiempo lo llevará a los sitiales donde nunca debió haber salido. A estar siempre en la disputa y en el protagonismo de los torneos.
El técnico venezolano, Richard Páez, se ha ido acomodando al estilo del fútbol colombiano, le costó al comienzo y cometió graves errores, pero ahora se convención de una nómina fija, de un estilo definido y los resultados han comenzado a caer. Eso si falta apostarle a los jóvenes, como Franco, que tiene la categoría de gran jugador además de pertenecer a la casa, ojala después del campeonato juvenil donde es seguro titular, pueda consolidarse porque por ahora ha estado muchas veces ausentes por su presencia en la selección Sub 20.
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